La reciente victoria de Rodrigo Paz en las elecciones presidenciales de Bolivia marca el inicio de una nueva era política en el país andino. Con un contundente 54% de los votos en la segunda vuelta, Paz ha superado a su competidor Jorge Tuto Quiroga por una diferencia de nueve puntos, lo que refleja un claro respaldo de la población a su propuesta de un gobierno centrado en la moderación y el consenso. En un contexto de grave crisis económica, Paz asume la presidencia con la promesa de implementar un modelo de “capitalismo para todos”, que busca distanciarse de los extremos ideológicos que han dominado el discurso político en años recientes.
Desde su elección, Paz ha declarado la necesidad de garantizar el abastecimiento de combustible, un tema crucial para la economía del país, y ha organizado un plan para iniciar su gestión el 8 de noviembre. Para lograr esto, espera obtener el apoyo de los gobiernos vecinales en América Latina, marcando así un recorrido hacia una política exterior más abierta y colaborativa. Además, la reapertura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, suspendida desde la administración de Evo Morales en 2008, es vista por Paz como una puerta a oportunidades fundacionales en organismos multilaterales.
Paz, quien ha ocupado diversos roles políticos a nivel local y nacional, se mostró sobrio ante la victoria, enfatizando la seriedad y responsabilidad de su nueva función. Reconoció la inquietud del partido de Quiroga al solicitar una auditoría de los resultados, pero defendió la transparencia del proceso electoral, destacando el respaldo internacional que recibió y reafirmando su compromiso con la galantería democrática. Las elecciones, según él, no solo fueron un ejercicio de votos, sino una clara manifestación de la voluntad popular que debe ser respetada y fortalecida.
Su ascenso a la presidencia no solo desafía al Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, sino que también incluye un firme compromiso con la renovación y el cambio. Durante la campaña, Paz evidenció su interés por representar una alternativa política que evite la polarización entre la izquierda y la derecha. Se define como un candidato que representa el centro político, promoviendo una economía que priorice la producción y el trabajo para mejorar las condiciones de vida de la población, que en gran parte se encuentra en la informalidad.
Frente a la pregunta de cómo enfrentará la alta tasa de informalidad que afecta al 85% de los trabajadores bolivianos, Paz propone facilitar la formalización del trabajo a través de una reducción impositiva y el acceso a créditos. A su juicio, la confianza es fundamental para estabilizar la economía y generar reservas internacionales. Con una visión de revitalización del Banco Central y un enfoque pragmático en relaciones internacionales, espera no solo construir confianza con los inversores locales y extranjeros, sino también abrir un nuevo capítulo en la historia económica de Bolivia.



















