Iñaki Berenguer, un reconocido emprendedor en serie, afirma que la inteligencia artificial (IA) marcará la mayor revolución que vivirán las generaciones actuales, superando incluso al impacto inicial de Internet. Este avance tecnológico no solo presenta una ola de innovaciones, sino que redefine la manera en que hacemos negocios y nos comunicamos. Internet, desde su llegada, ha desencadenado una serie de oportunidades sin precedentes que han transformado prácticamente todos los aspectos de la vida cotidiana, desde el comercio electrónico hasta el teletrabajo, y ha establecido nuevas normas que parecen inamovibles en nuestra sociedad.
Los inicios de Internet, que se remontan a la década de 1960, son emblemáticos, comenzando con ARPANET, creada en un contexto de Guerra Fría como una red militar. Sin embargo, no fue hasta los años 90 que esta red abrió las puertas al mundo empresarial. Pioneros como Carlos Barrabés y Martín Varsavsky lucharon para establecer el comercio en línea en España, enfrentándose a la escasez de conocimiento técnico y a la inexistencia de modelos precedentes en el mercado. Esta falta de referencias hizo que los comienzos en la web fueran complejos, pero a pesar de la burbuja que eventualmente estalló, la madurez de la red fue inevitable, dando paso a una transformación profunda en la economía global.
En la actualidad, celebramos el Día Mundial de Internet reconociendo que su futuro parece cada vez más vinculado a la inteligencia artificial. Expertos como Miguel Ángel Ossorio refieren que la red se enfrenta a cambios disruptivos impulsados por la IA. Esta tecnología promete revolucionar no solo cómo se realizan búsquedas en línea—con soluciones como ChatGPT desplazando a Google—but también cómo nos comunicamos y empleamos herramientas digitales en nuestra vida diaria. La IA está comenzando a reconfigurar nuestra relación con la información, obligando a los usuarios a adaptarse a un entorno cambiante, donde el acceso a los datos y su uso deben ser reconsiderados.
La CEO de Softtek para España, Doris Seedorf, ha subrayado el papel clave de la inteligencia artificial en la modernización de la ciberseguridad. Al permitir una defensa más proactiva y predictiva, la IA puede detectar patrones anómalos y prevenir amenazas antes de que se materialicen, lo que representa una mejora significativa frente a las metodologías tradicionales. Sin embargo, esta evolución plantea también dilemas éticos, como el uso de algoritmos en la toma de decisiones de seguridad que deben ser transparentes y libres de sesgos. La continua intersección de la IA y la ciberseguridad plantea la necesidad de debatir cuánto acceso a datos personales es aceptable en nombre de la seguridad.
Por último, algunos críticos plantean la teoría de que Internet, tal como lo conocemos, podría estar en una fase de estancamiento, dominado más por bots y contenido generado automáticamente que por la interacción humana. Andrew Griffin, desde The Independent, sugiere que podríamos estar ante el umbral de una nueva era donde Internet se convierte en un espacio vacío y automatizado, lo que lleva a cuestionar la dirección futura de nuestra vida digital. La pregunta resuena de manera inquietante: si Internet desapareciera de la noche a la mañana, ¿qué clase de sociedad querríamos construir? Este reto se presenta ante nosotros, exigiendo reflexionar sobre el verdadero propósito y uso de estas tecnologías revolucionarias.



















