Durante un intenso discurso de aproximadamente dos horas en la Plaza de Bolívar, el presidente Gustavo Petro se dirigió a un público que no llenó completamente el lugar, pero sí estuvo compuesto por fervorosos seguidores y liderazgos de su coalición. La esencia de su mensaje estuvo orientada principalmente hacia los congresistas y alcaldes que han criticado su gestión, así como a la marcha programada para el 18 de marzo. Enérgicamente, Petro proclamó: “No más oligarquía en Colombia”, reiterando su rechazo a las élites económicas que, según él, obstaculizan el progreso social y económico del país. Este discurso, aunque crítico, también buscó movilizar a la ciudadanía a participar activamente en la consulta popular que propone su gobierno.
En un momento particularmente confrontativo del discurso, Petro hizo alusión a la figura de Jesús en numerosas ocasiones, sugiriendo que algunos congresistas cristianos traicionan los valores del evangelio al oponerse a reformas laborales que él considera necesarias para dignificar al pueblo. Estas palabras venían en respuesta a la decisión de estas legisladoras de votar a favor del archivo de dicho proyecto. Además, lanzó una contundente advertencia: si no se aprueba la consulta que permitirá a la ciudadanía manifestar su opinión, «el pueblo los sacará del Congreso», subrayando que, como exmiembro del M19, él sabe que las palabras deben ir acompañadas de acción.
El presidente Petro enfatizó el inicio de la consulta popular como un mecanismo fundamental para que la voz del pueblo sea escuchada. Para respaldar su mensaje, estuvo acompañado de importantes figuras como la senadora María José Pizarro y el sindicalista Fabio Arias. Este discurso resaltó la postura más agresiva que ha tomado Petro hacia los sectores que percibe como opuestos a su agenda. La crítica hacia los empresarios, aunque no fue nueva, adquirió un tono más amenazador en esta ocasión al vincular el éxito o fracaso de las reformas a la justicia social con la capacidad de la clase política en el Senado para escuchar a la ciudadanía.
Utilizando referencias bíblicas, Petro aseveró que los congresistas que se oponen a sus propuestas se han «vendido al rico» y han traicionado la justicia y los ideales de Jesús. Tal afán de retórica no solo buscaba abrir una brecha entre su gobierno y los políticos opositores, sino que también esperaba movilizar a sus bases, aliento de las reformas que buscan un cambio estructural en el país. Hizo un llamado claro al Senado para que autorice la Consulta Popular, asegurando que el pueblo no permitirá ser silenciado y que la clase política debe dar espacio para la voz ciudadana.
Otro punto candente de su intervención fue la crítica a los alcaldes que habían aconsejado mantener la actividad normal durante la jornada de protesta. En particular, dirigió duras palabras al alcalde Carlos Fernando Galán, resaltando la necesidad de que este se ocupe de los problemas de la administración local, como el suministro de agua en Bogotá. Los epítetos que Petro utilizó para referirse a ciertos alcaldes, describiéndolos como «de la muerte y la miseria», reflejan la tensión existente entre su administración y los gobiernos locales que cuestionan sus políticas. Este ataque marcó un antes y un después en su estilo comunicativo, al hacer de su discurso no solo una llamada a la acción, sino también un crudo enfrentamiento a sus críticos en medio de un panorama político cada vez más polarizado.