Colombia es un país de contrastes y paisajes diversos, y la familia Valderrama-Casallas lo está descubriendo en un viaje que comenzó el 1 de enero de 2022. Este matrimonio colombiano, junto a sus dos hijos, ha decidido dejar atrás la vida urbana y todos sus bienes materiales para recorrer su patria de una manera única y enriquecedora. Aunque el país ha sido marcado por la violencia y el conflicto, Óscar Valderrama comparte con entusiasmo que ellos han encontrado en este viaje no solo aventuras, sino también una oportunidad para educar a sus hijos sobre la riqueza cultural y la variedad geográfica de Colombia. “Nos hemos enriquecido al conocer realidades y personas en las que jamás pensamos”, dice Óscar, resaltando las lecciones y amistades que han surgido a lo largo de su recorrido.
La familia Valderrama-Casallas reside en una vereda aislada de Fómeque, donde la educación y las oportunidades son limitadas. Matías y Gabriel asisten a una pequeña escuela rural que enfrenta desafíos en términos de recursos y conectividad. Sin embargo, sus padres han trabajado incansablemente para mejorar las condiciones educativas en su comunidad. Al dejarlo todo y recorrer el país, buscan no solo un cambio de escenario, sino también una forma alternativa de aprendizaje. Han vendido lo innecesario y han decidido vivir con lo justo, alejándose de ataduras materiales para experimentar la vida nómada. «Si pensábamos en el presupuesto no hacíamos el viaje porque no tenemos mucho», afirma Yaqueline Casallas, quien junto a su esposo, ha transformado su situación en una experiencia educativa incomparable para sus hijos.
Sus travesías comenzaron en las cercanías de Fómeque, gradualmente extendiéndose hacia diferentes regiones de Colombia. La familia ha aprendido a cuidar del ganado y montar a caballo, habilidades que consideran esenciales en su viaje. Han recorrido varios departamentos, destacando localidades que los han impresionado con su naturaleza y su gente. Matías menciona con cariño sus momentos en Antioquia y la grandeza de la Orinoquía, mientras Gabriel expresa su aprecio por los lazos que han creado en el camino. Aún así, la familia es consciente de que deben manejar su seguridad, esperando hasta que se calme la situación en regiones donde la violencia sigue siendo una preocupación.
A lo largo de su viaje, la familia Valderrama-Casallas ha encontrado formas creativas de financiar su travesía. Desde vender pulseras hasta realizar presentaciones musicales, han logrado recaudar fondos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. A pesar de su modestia, han tenido la oportunidad de interactuar con diversas personas, obteniendo una educación complementaria que va más allá de lo que podría ofrecer un aula convencional. Gabriel reconoce que, aunque extraña a sus compañeros de clase, la libertad y el aprendizaje práctico son tesoros invaluables que están acumulando a cada paso. «Conocemos culturas y aprendemos de personas que tienen poco, pero dan mucho», reflexiona el pequeño.
La aventura educativa de los Valderrama-Casallas pone de relieve las profundas disparidades en educación y desarrollo en Colombia, revelando un país en transformación. A medida que el turismo comienza a crecer y las familias colombianas buscan explorar su tierra con nuevos ojos, la familia espera que su historia inspire a otros a descubrir las riquezas de su patria. Óscar y Yaqueline admiten que su experiencia no es accesible para todos, pero la madurez y las habilidades que han cultivado sus hijos son un verdadero testimonio del poder de la educación vivida. La familia está lista para retomar su viaje en junio, con mochilas ligeras pero corazones llenos de sueños.