El Volcán de Fuego, situado a tan solo 35 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, ha vuelto a entrar en el centro de atención tras ser declarado en una fase de ‘erupción masiva’ por las autoridades locales. Este volcán, uno de los tres más activos de Guatemala, ha tenido un historial devastador, siendo su última erupción significativa en junio de 2018, cuando más de 400 vidas se perdieron debido a la inesperada actividad volcánica. La reciente actividad, que comenzó a intensificarse en las últimas semanas, ha llevado a la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) a emitir alertas para prevenir a la población de los peligros relativos que esta nueva fase de erupción podría conllevar.
Desde el anuncio de la erupción masiva, Conred ha alertado sobre la caída de flujos piroclásticos en comunidades cercanas, describiendo estos flujos como de características ‘débiles a moderadas’ por ahora. Sin embargo, se advierte que existe la posibilidad de que la actividad volcánica incremente en corto plazo, lo que genera una creciente preocupación entre los residentes de las localidades vecinas, quienes aún recuerdan la tragedia de 2018. La lava y los gases ardientes que descienden por las laderas del volcán pueden arrasar con todo a su paso, dejando un rastro de destrucción.
Además de los flujos piroclásticos, la Conred ha informado que la erupción ha generado una gran cantidad de ceniza volcánica, que ha alcanzado altitudes de hasta 7,000 metros sobre el nivel del mar. Esta ceniza se ha esparcido a lo largo de una distancia considerable, afectando áreas a 50 kilómetros en las direcciones noroeste, oeste y suroeste del volcán. Los departamentos de Escuintla y Sacatepéquez han sido identificados como los más impactados, donde se han instaurado medidas de mitigación para resguardar la salud pública y la integridad de los pobladores frente a esta situación.
En respuesta a la situación, la Conred ha declarado una ‘alerta anaranjada institucional’, lo que significa que se mantendrá una comunicación constante con los alcaldes y gobernadores de las regiones afectadas para coordinar acciones de prevención y respuesta. Las autoridades instan a la población a estar atenta a las actualizaciones y recomendaciones oficiales, así como a seguir las instrucciones para permanecer seguros. Las evacuaciones se encuentran en consideración y se recomienda a los pobladores que residan en áreas vulnerables que preparen sus pertenencias.
El Volcán de Fuego, debido a su erupción masiva y la liberación de ceniza, trae consigo no solo un efecto en las comunidades locales, sino también un impacto en la salud pública, ya que la inhalación de ceniza puede ocasionar problemas respiratorios. Las autoridades sanitarias están en alerta para atender cualquier emergencia que pueda surgir debido a la exposición a contaminantes en el aire. El Gobierno, junto con las entidades de rescate, continúa monitoreando la situación con atención, puesto que la actividad volcánica es impredecible y puede cambiar rápidamente.