Mónica Lehder, hija del exnarcotraficante Carlos Lehder, compartió recientemente su experiencia sobre las visitas a su padre en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos. Durante una entrevista con el programa ‘Los Informantes’, reveló detalles sobre las duras condiciones de reclusión que enfrentó su padre, quien pasó más de tres décadas tras las rejas por su participación en el tráfico de drogas y otros delitos. «Lo tenían seis pisos bajo tierra en Marion, que es conocida por ser una de las prisiones más severas del país, lo cual aisló a mi papá completamente de la vida exterior,» explicó Mónica, destacando la escasa comunicación que podían mantener con él durante ese tiempo.
Con el fin de poder visitar a Carlos, tanto Mónica como su madre Liliana García decidieron someterse al programa de protección de testigos en Estados Unidos. Este proceso implicó muchas restricciones, incluyendo el cambio de sus apellidos y un periodo de encierro de varios meses para garantizar su seguridad. «Mientras estábamos en ese proceso, nos mantuvieron encerradas hasta que nos pudieron acomodar. Salíamos brevemente con un federal que nos custodiaba, lo cual nos hacía sentir como si estuviéramos en detención también,» recordó Mónica, enfatizando el costo emocional de estas medidas.
Las visitas a su padre eran limitadas y controladas. Mónica relata que era común recibir notificaciones de que la visita programada se había cancelado, creando un ciclo de expectativas frustradas. «Estuve más de un año esperando para verlo, y cada vez que decían ‘mañana’, ‘en una semana’, era desgastante,» comentó, subrayando la angustia que generaba no saber si podrían ver a su padre en el siguiente intento. Cuando finalmente lograban reunirse, la experiencia estaba lejos de ser la emotiva que uno podría imaginar. «No podías tener contacto físico más allá de un sencillo saludo. Él aparecía esposado y vestido con una camisa tipo polo y jeans, lo que lo hacía lucir muy distante,» agregó Mónica.
La hija del exnarcotraficante también reflexionó sobre el legado que dejó la vida criminal de su padre. A pesar de que muchos asocian los crímenes del narcotráfico con acumulación de riqueza, Mónica asegura que su padre no conserva nada de aquel poderío. «¿Qué queda de todo ese imperio? Absolutamente nada. Solo dolor, tragedia, soledad y ausencia. Eso es lo que realmente prevalece,» afirmó, sugiriendo que el impacto del narcotráfico va más allá de lo económico.
Finalmente, Mónica compartió un recuerdo especial de las últimas visitas a su padre en prisión. Describió una ocasión en la que su madre preparó un dulce de mora, un gesto que Carlos apreciaba profundamente. Sin embargo, este acto de cariño fue acompañado de la severidad con la que operan las instituciones penitenciarias, ya que la comida casera fue permitida solo una vez, dejando claro que estas situaciones son excepciones en un ambiente tan rígido. Mónica manifestó, «Se lo dejaron entrar pero me dijeron que era la primera y última vez, así que eso también te muestra lo difícil que era todo,» concluyó.