El siglo XXI en Colombia ha estado marcado por una polarización política sin precedentes, pero en medio de este tumulto, el fallecido Papa Francisco emergió como una figura clave en la reconciliación nacional. Su papel fue especialmente notable el 16 de diciembre de 2016, cuando se llevó a cabo un encuentro histórico en el Vaticano entre el entonces presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe. Este diálogo, impulsado por el Papa, buscaba abordar las profundas divisiones generadas en el país durante el proceso de paz con las Farc, y representa una de las pocas ocasiones en que dos adversarios políticos lograron sentarse a discutir en un mismo lugar, a instancias de un líder espiritual.
La habilidad de Francisco para fomentar el diálogo no solo se limitó a Uribe y Santos. También mantuvo conversaciones con otros presidentes y expresidentes colombianos, como Iván Duque y Gustavo Petro. El vaticanista Hernán Olano destaca que la relación del Papa con estos líderes fue excepcional al crear espacios de entendimiento en un contexto polarizado. «Lo que ocurrió con él no es lo normal en las relaciones entre un pontífice y los mandatarios de un país», señala Olano, mostrando cómo su acercamiento promovió un clima de consenso que era muy necesario en ese momento.
El encuentro del 16 de diciembre simbolizó más que una simple reunión. El Papa utilizó esta oportunidad para subrayar la importancia de la «cultura del encuentro» y la necesidad de un diálogo sincero para lograr la reconciliación en Colombia. En sus palabras, Francisco propuso que el verdadero progreso se alcanza cuando todos los sectores de la sociedad se juntan a conversar y buscar soluciones comunes. A pesar de las diferencias, su mediación y su llamado a la paz resonaron en un momento donde el país luchaba con heridas abiertas y desconfianza mutua.
Es significativo que, a pesar de las tensiones, Francisco fue visto por algunos presidentes colombianos como un pontífice comprometido con el bienestar de la nación. Santos y Petro, en particular, sentían un vínculo especial con el Papa, percibiéndolo como un defensor de sus posturas y esfuerzos hacia la paz. Sin embargo, líderes como Uribe y Duque mostraron una postura más crítica, comentando sobre el contexto y la implementación de los acuerdos de paz. Duque, por ejemplo, ha elogiado el papel del Papa en momentos clave para Colombia, como la pandemia y la crisis migratoria, reflejando así una mezcla de admiración y desafío.
La obra de Francisco no se limitó solo a sentar a los líderes en la misma mesa. Su papel como mediador y facilitador espiritual fue crucial en la promoción de un mensaje central: la posibilidad de ser diferentes sin llegar a ser enemigos. Las imágenes del histórico encuentro resonaron tanto dentro como fuera del país, enviando una poderosa señal sobre la importancia del diálogo y la reconciliación. Su legado continuará influenciando a futuras generaciones de líderes colombianos en su búsqueda de paz y unidad.