La protesta de jubilados contra el gobierno de Javier Milei, llevada a cabo este miércoles, se convirtió en un episodio de violencia en las afueras del Congreso Nacional en Buenos Aires. Los manifestantes, compuestos mayoritariamente por jubilados que cada semana se congregan para solicitar aumentos en sus pensiones y acceso gratuito a medicamentos, recibieron el apoyo inesperado de hinchas de diversos clubes de fútbol, entre ellos Boca Juniors, River Plate y Rosario Central. Este respaldo surgió tras la viralización de un video que mostraba a un jubilado siendo agredido por la policía mientras vestía la camiseta del club Chacarita, generando solidaridad entre los aficionados al fútbol y uniendo diferentes sectores en una causa común.
La jornada de protesta se tornó caótica cuando los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía estallaron. Según reportes de medios locales, las fuerzas de seguridad respondieron con gases lacrimógenos, balas de goma y cañones de agua para dispersar a quienes arrojaban piedras. Como resultado de estas violentas confrontaciones, al menos 20 personas resultaron heridas, entre ellas el fotoreportero Pablo Grillo, que se encuentra en estado grave tras ser alcanzado por un proyectil de gas lacrimógeno. Además, un agente policial sufrió una herida de bala en su brazo, lo que evidenció la gravedad de los disturbios que ensombrecieron la protesta pacífica inicial.
Los jubilados en Argentina han sentido los efectos devastadores de las políticas de austeridad implementadas por el gobierno de Milei. Aproximadamente el 60% de ellos recibe una pensión mínima de alrededor de 340 dólares al mes, lo que resulta insuficiente para cubrir sus necesidades básicas. Estos recortes y la falta de medidas de apoyo han motivado su persistente reclamo de un aumento en sus asignaciones mensuales. Las manifestaciones han sido una plataforma clave para visibilizar su situación crítica y presionar al gobierno a considerar sus demandas.
La implicación de los hinchas, inicialmente vinculados a la seguridad de los espectáculos deportivos, ha cambiado la dinámica de las protestas. El gobierno ha calificado a estos aficionados como «barra bravas», insinuando que su participación podría derivar en más violencia y desorden. Sin embargo, muchos de los hinchas se han manifestado en contra de esta caracterización, argumentando que su solidaridad con los jubilados es un acto legítimo de apoyo social. La convergencia de estos dos grupos ha generado un debate más amplio sobre la desigualdad y la falta de atención estatal hacia los sectores más vulnerables de la población.
Con la expectativa de que las manifestaciones continuarán la próxima semana, el clima sociopolítico en Argentina parece estar cada vez más tenso. Los jubilados han afirmado su determinación de seguir luchando por sus derechos y, con el respaldo de los aficionados al fútbol, su voz resuena con mayor fuerza. La situación se ha convertido en un punto focal de discusión sobre la necesidades de los ancianos en tiempos de crisis, y la presión sobre el gobierno de Milei crece a medida que la sociedad civil busca respuestas ante el descontento acumulado por la austeridad y la represión de las protestas.