El presidente colombiano Gustavo Petro ha realizado un contundente llamado a su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, exigiendo la liberación de los colombianos detenidos en las cárceles de El Salvador. En un mensaje publicado en la red social X, Petro enfatizó que «los migrantes no son criminales», refiriéndose a la creciente estigmatización que enfrentan los migrantes, particularmente los venezolanos, cuyas vidas se ven desestabilizadas por situaciones de violencia y pobreza en sus países de origen. Esta petición refleja una postura de defensa de los derechos humanos y de la dignidad de los migrantes en momentos donde las políticas de migración se tornan cada vez más severas en la región.
La posición de Petro se basa en una reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos, que ha suspendido temporalmente las expulsiones de venezolanos debido a una serie de recursos legales interpuestos que cuestionan la validez de estas acciones. El mandatario colombiano condenó la criminalización de los niños y niñas que huyen de la crisis en Venezuela, instando a Bukele a reconocer la complejidad de la situación migratoria y a considerar a los migrantes como víctimas más que como criminales. La intervención de la Corte, en este contexto, podría significar un cambio significativo en la tendencia de deportaciones masivas que ha caracterizado las políticas migratorias de los últimos años.
En este amplificado panorama, el gobierno de Estados Unidos ha buscado establecer acuerdos con El Salvador para enviar migrantes detenidos a cárceles salvadoreñas, incluido el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), un centro con un historial alarmante en términos de derechos humanos. Esta estrategia plantea importantes interrogantes sobre la responsabilidad de las naciones en el trato a los migrantes y su obligación de garantizar el respeto a los derechos básicos de estas poblaciones. Muchas organizaciones de derechos humanos han alertado sobre los abusos que ocurren en estos centros de detención, lo que intensifica el debate sobre la ética de las políticas de migración y seguridad en la región.
Petro también ha denunciado que no es justo que todos los venezolanos en el exilio sean criminalizados por los actos de la banda conocida como Tren de Aragua, una organización delictiva cuyas acciones no deberían reflejarse en la reputación de un pueblo entero. En su discurso, el presidente colombiano instó a los líderes latinoamericanos a rechazar cualquier forma de criminalización generalizada que solo sirve para perpetuar la deshumanización de los migrantes. La necesidad de construir narrativas que reconozcan la dignidad de estos individuos se vuelve más apremiante en un contexto donde la xenofobia y el rechazo hacia los migrantes siguen en aumento.
Finalmente, el llamado de Petro a Bukele se convierte en un claro indicativo de la urgencia de abordar la crisis migratoria en el continente de una manera que promueva la justicia social y el respeto a los derechos humanos. A medida que las tensiones entre los gobiernos y la percepción pública de los migrantes se intensifican, es fundamental que los líderes latinoamericanos trabajen de manera conjunta para encontrar soluciones efectivas que prioricen la vida y la libertad de los pueblos que buscan un futuro mejor. Este debate no sólo es un reflejo de las dinámicas políticas actuales, sino también un desafío moral que requiere una respuesta concertada y humanitaria por parte de la comunidad internacional.