El presidente Gustavo Petro, en su intento por alcanzar una ‘paz total’ en Colombia, ha puesto su mirada en varios grupos armados con la esperanza de lograr una reconciliación efectiva en el país. Con su ambicioso proyecto, que se presentó por primera vez el 27 de agosto de 2022 en Ituango, busca abrir un diálogo con las diferentes facciones que han sembrado violencia y desconfianza en las regiones más afectadas. A pesar de los numerosos retos que ha enfrentado, su administración ha intensificado esfuerzos para encontrar soluciones, señalando que cada vida cuenta en este proceso. Sin embargo, este objetivo se ha visto obstaculizado por los constantes retrocesos en las negociaciones.
Recientemente, los grupos Comuneros del Sur y los disidentes de Walter Mendoza han mostrado un compromiso significativo con la paz. Comuneros del Sur, un grupo guerrillero que se ha distanciado del ELN, se ha convertido en un referente en el proceso de paz, destacándose por su entrega voluntaria de armas y material explosivo. Este gesto es visto por muchos como un claro indicativo de que estos grupos pueden ser claves para alcanzar la paz total que tanto anhela el gobierno. La desmovilización y el compromiso de estos grupos podrían abrir un camino viable para el diálogo con otros actores armados.
La reciente entrega de armas de Comuneros del Sur, que tuvo lugar el pasado 5 de abril, marca una fecha histórica en este proceso. Con la destrucción controlada de 585 unidades de material bélico, incluidos minas y granadas, el grupo no solo demuestra su voluntad de abandonar el accionar armado, sino que también posiciona a Nariño y Putumayo como territorios centrales en la política de paz de Petro. Esta acción se llevó a cabo en el Coliseo del barrio San José Obrero de Pasto, donde miembros del Ejército Nacional estuvieron presentes para supervisar la destrucción de los artefactos. Este evento simboliza un paso alentador hacia la reconciliación en estas zonas críticas.
A lo largo de los años, la estrategia del presidente Petro ha incluido la creación de espacios para la negociación, pero la implementación efectiva siempre ha sido un desafío. Los esfuerzos iniciales han encontrado obstáculos en la falta de confianza entre las partes y en la persistencia de las acciones armadas. Sin embargo, la entrega de armas de Comuneros del Sur puede ser vista como un cambio de paradigma en el que grupos más pequeños pueden ser claves para lograr resultados tangibles y concretos. Este enfoque puede inspirar a otros grupos armados a considerar opciones de diálogo en lugar de la violencia.
El compromiso mostrado por Comuneros del Sur y otros grupos armados representa una oportunidad crucial para el gobierno en su búsqueda de una paz sostenida. La voluntad de estos grupos de negociar y dejar las armas podría permitir una desescalada en la violencia, no solo en Nariño y Putumayo, sino en todo el país. La situación invita a propiciar una reflexión profunda sobre las dinámicas del conflicto armado en Colombia y la importancia de construir puentes para restaurar la confianza entre el Estado y sus ciudadanos, especialmente en las regiones más afectadas por el conflicto.