Óscar Arias, ex presidente de Costa Rica y galardonado con el Nobel de la Paz, ha manifestado su orgullo por los logros de su carrera política, a pesar de la reciente revocación de su visa para ingresar a Estados Unidos, medida que anunció con desdén en una entrevista con BBC Mundo. A sus 84 años, Arias habla con la claridad y la serenidad de alguien que ha enfrentado grandes desafíos y ha contribuido de manera significativa a la paz en Centroamérica. La falta de detalle sobre la revocación de su visa, comunicada por correo electrónico y sin explicaciones adecuadas, ha suscitado en él sospechas de un trasfondo político relacionado con sus críticas al enfoque de la política exterior estadounidense, especialmente bajo la administración de Donald Trump.
Durante su diálogo con la BBC, Arias reflexionó sobre su larga relación con Estados Unidos y cómo su postura crítica podría haber influido en la decisión de revocarle la visa. Comparando la actitud de Trump con la de líderes autocráticos, Arias se expresó preocupado por la tendencia de líderes como el presidente Chaves a considerar la crítica como una enemistad personal en lugar de reconocerla como parte del debate democrático. Esta dinámica, según Arias, no solo afecta el clima político de Costa Rica, sino que también tiene implicaciones más amplias para la región de Centroamérica y su relación con los Estados Unidos.
A lo largo de sus dos mandatos presidenciales, Arias ha reconocido la creciente tensión con Washington, especialmente durante su primer período cuando se opuso abiertamente a las políticas de Ronald Reagan en relación a la guerra en Nicaragua. Arias destaca que esta oposición estaba motivada por un deseo genuino de buscar una solución pacífica a los conflictos en la región, utilizando su plan de paz como un marco para el diálogo. Su éxito en este esfuerzo le valió el Nobel de la Paz en 1987, un logro que subraya su compromiso con la diplomacia y la resolución de conflictos.
A medida que Arias analiza la situación geopolítica actual, argumenta que el enfoque militarista de los Estados Unidos y la designación de China como enemigo representan un retroceso en la búsqueda de un mundo más pacífico. Con 93 doctorados honorarios, muchos de ellos de universidades estadounidenses, la trayectoria de Arias ha sido marcada por su sinceridad y crítica constructiva hacia las políticas de Estados Unidos. Asegura que el diálogo y la apertura son esenciales para evitar la confrontación, insistiendo en que el mundo necesita una nueva narrativa que valore la cooperación sobre la competencia.
Finalmente, Arias reafirma su creencia en que el camino hacia la paz y la prosperidad no puede estar pavimentado con más armas. Al contemplar su futuro, expresa una profunda preocupación por el rumbo que ha tomado la política global, especialmente en América Latina, subrayando que las decisiones económicas y comerciales de líderes como Trump tienen repercusiones directas en los países del sur. A pesar de las adversidades, Arias se muestra firme en sus convicciones, reiterando que no permitirá que sus críticas sean silenciadas, y que continuará defendiendo los valores de diálogo y cooperación que han guiado su vida y su carrera política.