El trágico fallecimiento de Juan Esteban León, un joven de 22 años, durante el Doom Festival en Bogotá el pasado 19 de abril, ha vuelto a encender el debate sobre la seguridad y el consumo de drogas en eventos masivos. Este incidente no es aislado; en los últimos años, Colombia ha sido testigo de numerosas muertes en festivales de música electrónica y fiestas, donde el consumo de sustancias psicoactivas (SPA) ha estado relacionado con fatalidades. Con la aparición de estos sucesos, surge la pregunta vital: ¿quién es responsable de la seguridad y la salud de los asistentes a estos eventos? A medida que las ciudades como Bogotá y Medellín se convierten en centros de ocio, las muertes asociadas al consumo de drogas en fiestas masivas se convierten en un fenómeno preocupante que exige respuestas contundentes de las autoridades y los organizadores.
La industria del entretenimiento en Colombia ha experimentado un crecimiento impresionante, sin embargo, este desarrollo ha traído consigo un aumento en el consumo de drogas, que muchos jóvenes asocian con el ocio y la diversión. Julián Quintero, sociólogo y director de la Corporación Acción Técnica Social, subraya que es crucial implementar programas de reducción de daños que permitan brindar apoyo a los consumidores de SPA. Quintero aboga por un enfoque que no criminalice, sino que eduque y empodere a los jóvenes en sus decisiones sobre el consumo. La estrategia no busca la abstinencia como primer objetivo, sino que se centra en proporcionar información y servicios de salud durante los eventos, para así reducir el riesgo de intoxicaciones y salvaguardar vidas.
Échele Cabeza, una de las organizaciones que ha implementado programas de reducción de riesgos, desarrolla actividades como el testeo de sustancias y la atención médica en eventos masivos. En 2024, identificaron una drástica reducción en la cantidad de muestras analizadas en comparación con años anteriores, lo que representa un reto considerable. Quintero señala que la falta de información y el estigma asociado al uso de drogas están contribuyendo a que los jóvenes no busquen ayuda ni se acerquen a los servicios de salud. Este hecho es particularmente preocupante en un contexto donde el consumo de sustancias psicoactivas es cada vez más común y se presentan peligros no solo por las drogas ilegales, sino también por el consumo excesivo de alcohol, que continúa siendo una de las principales causas de intoxicación.
La responsabilidad no recae únicamente en las instituciones gubernamentales. Los organizadores de eventos deben asumir un rol activo en la creación de entornos seguros para los asistentes, estableciendo protocolos que incluyan medidas de atención médica y prevención. En el caso del Doom Festival, la falta de apoyo de organizaciones de reducción de daños y la ausencia de condiciones adecuadas para la atención sanitaria durante el evento han sido objeto de críticas. Organizadores como Páramo Presenta, responsable del Baum Festival, han empezado a implementar medidas más estrictas para garantizar la seguridad de los participantes, incluidas campañas informativas y capacitación para el personal sobre el manejo de situaciones relacionadas con el consumo de SPA.
Finalmente, la situación exige un enfoque integral que involucre a todas las partes implicadas, desde los consumidores hasta las autoridades y los organizadores de eventos. Con la realización de la Conferencia Internacional sobre Reducción de Daños en Bogotá, Colombia se posiciona como un líder en la búsqueda de soluciones a este grave problema. Este evento reunirá a expertos y actores clave de diferentes países para discutir estrategias sobre la reducción de daños y el consumo de drogas, visibilizando la importancia de la educación y la prevención. La esperanza reside en que, a través de la cooperación y la implementación de políticas efectivas, se pueda lograr un ambiente seguro y saludable para todos los jóvenes que participan en el dinamismo de la escena de entretenimiento del país.