Los hijos de Elon Musk han tenido el privilegio de asistir a eventos y lugares que muchos solo pueden imaginar, desde cumbres con líderes mundiales hasta la sala de control de los lanzamientos de SpaceX. Estos pequeños, que han crecido en el centro del dinamismo tecnológico y empresarial, se han convertido en los compañeros constantes de su padre en sus diversas aventuras, que ahora incluyen incursiones en la política. Desde la elección de Donald Trump como presidente, Musk ha llevado a sus hijos a la capital de Estados Unidos, donde se han convertido en parte del escenario político, especialmente desde que Musk fue nombrado para liderar el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Recientemente, el hijo menor de Musk, conocido como «Lil X», hizo una aparición notable en el Despacho Oval. A sus cuatro años, se le vio sentado en el icónico escritorio Resolute, vestido con un abrigo canela y una camisa con cuello, mientras su padre conversaba con el presidente Trump. Este tipo de interacciones no son nuevas para la familia Musk; X y sus hermanos también intercambiaron regalos con el primer ministro indio Narendra Modi en un evento donde su padre discutía temas de innovación y tecnología. Estas visitas a líderes mundiales parecen ser parte de una estrategia más amplia de Musk para posicionarse no solo como un magnate tecnológico, sino también como un actor relevante en la esfera política.
Sin embargo, la inclusión de los hijos de Musk en estos eventos ha suscitado críticas y análisis. Kurt Braddock, profesor de comunicación pública, sugiere que la presencia de los niños podría ser una estrategia calculada para humanizar la imagen de Musk y hacer que el público lo perciba de manera más accesible. A pesar de la aparente normalidad de llevar a su hijo al Despacho Oval, Braddock considera que la decisión es poco convencional, especialmente cuando se observa a X mostrando signos de aburrimiento durante las conferencias de prensa. Este tipo de comportamiento resalta la tensión entre la vida familiar y las obligaciones públicas de Musk.
La exnovia de Musk, Grimes, también ha expresado su descontento con la exposición pública de su hijo. En publicaciones recientes, criticó la decisión de llevar a Lil X al Despacho Oval, señalando que los niños deberían mantenerse al margen de la atención mediática. Grimes ha mencionado que no se siente cómoda con la idea de que su hijo sea parte del espectáculo, argumentando que hay un cierto nivel de protección que debe mantenerse para los niños. En este sentido, su opinión abre un debate sobre el derecho de los niños a una infancia alejada de los reflectores y las implicaciones de tener un padre tan prominente como Musk.
A lo largo de los años, Musk ha permitido que sus hijos lo acompañen en múltiples eventos, desde conferencias hasta lanzamientos de productos, buscando quizás crear una imagen familiar que contrasta con la rigidez de otros líderes empresariales. A pesar de su apretada agenda, Musk ha mostrado un compromiso profundo con sus hijos, según Walter Isaacson, biógrafo de Musk. Sin embargo, la relación de Musk con su propio padre, Errol, ha sido tensa, con críticas sobre cómo maneja su paternidad. El contraste entre la figura pública de Musk y su vida familiar plantea preguntas sobre el equilibrio entre la vida personal y profesional, especialmente en un mundo donde la fama y el éxito a menudo no dejan espacio para la privacidad.