Ecuador se prepara para una intensa segunda vuelta presidencial el próximo domingo, donde los protagonistas de los comicios de octubre de 2023, Daniel Noboa y Luisa González, se volverán a enfrentar en un escenario lleno de incertidumbres. Las encuestas muestran un empate técnico que deja a ambos candidatos en una posición precaria. Según la firma Comunicaliza, Noboa se ubica ligeramente adelante con el 50.3% de los votos válidos frente al 49.7% de González, mientras que Telcodata señala a la opositora como ganadora por un estrecho margen del 50.2%. Las elecciones, que se celebran en el contexto de preocupaciones por la seguridad y la crisis económica, generan un ambiente electoral tenso, donde los electores deben decidir entre la continuidad del actual gobierno o un cambio hacia la oposición que fue rechazada en los últimos años.
La historia reciente del país ha marcado significativamente esta contienda electoral. Hace apenas 18 meses, Daniel Noboa se convirtió en el presidente más joven de Ecuador, derrotando a González en la segunda vuelta con un 51.8% de los votos. En esa ocasión, su imagen fresca y su mensaje centrado en la seguridad capitalizaron el descontento con el correísmo. Sin embargo, el panorama actual es diferente; Noboa, ahora incumbente, debe gestionar las críticas a su administración en un país que ha sido golpeado por el crimen organizado y la ineficacia en la respuesta gubernamental a las expectativas ciudadanas. La oposición, liderada por González, ha tomado nota de estas vulnerabilidades y ha ajustado su estrategia para captar a un electorado que busca un cambio.
Luisa González ha evolucionado notablemente desde su candidatura anterior. Inicialmente vista como una figura que representaba directamente al legado de Rafael Correa y el correísmo, en esta segunda vuelta se presenta con un enfoque más pragmático y una narrativa que intenta atraer a votantes moderados y conservadores. Sus nuevos discursos, como el rechazo a las operaciones trans en niños y la crítica hacia Nicolás Maduro, muestran un intento por captar a sectores que anteriormente se mostraban reacios a apoyar al correísmo. Además, su reciente alianza con el movimiento indígena Pachakutik resalta su disposición para unir fuerzas con grupos que representan intereses a menudo subestimados en la política ecuatoriana.
El tema de la seguridad ha sido un eje central en ambas campañas. Durante su gobierno, Noboa ha enfrentado un aumento en la violencia, lo que ha generado descontento entre la población. Aunque su administración prometió un enfoque duro contra el crimen a través del «Plan Fénix», los resultados han sido cuestionables. Analistas subrayan que, a pesar de la disminución en el promedio de homicidios diarios, la sensación de inseguridad persiste. Por otro lado, González, a pesar de su retórica combativa, carece de un plan de seguridad contundente que pueda convencer a los votantes de que ella es la solución a este problema creciente.
Finalmente, en el terreno económico, la situación es crítica. Ecuador está sumido en una recesión técnica y enfrenta una crisis energética que ha dejado a muchos ecuatorianos sin trabajo y con dificultades económicas crecientes. Noboa se ha encontrado bajo presión, con un incremento notable en el desempleo y el descontento ciudadano. Mientras tanto, González ha criticado abiertamente la gestión económica de su rival, aunque su propia capacidad para presentar soluciones claras sigue siendo materia de debate. Ambos candidatos arrastran, en esta segunda vuelta, un contexto político complejo que no solo impactará su campaña, sino que también definirá el futuro inmediato de Ecuador.