A un año de la primera vuelta presidencial en Colombia, el paisaje electoral se presenta caótico y dinámico, con más de 40 candidatos luchando por hacerse notar en un campo político donde la izquierda, la derecha y el centro parecen desdibujarse. A pesar de la numerosa oferta, son pocos los que logran captar la intención de voto: Gustavo Bolívar, Sergio Fajardo y Vicky Dávila son los únicos que hasta el momento superan el 13% en las encuestas. Mientras tanto, el electorado muestra una preferencia significativa por el voto en blanco y el “no sabe/no responde”, lo que sugiere un descontento generalizado con lo que se ofrece y una volatilidad que podría cambiar la dinámica en el último año de campaña.
El fenómeno de la proliferación de candidatos no es incidental; se entiende como una consecuencia lógica de un sistema político que cuenta con 31 organizaciones políticas. Según Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), muchos aspirantes están tratando de hacerse un nombre, conscientes de que no tienen el respaldo necesario para alcanzar la presidencia, pero sí aspiran a cargos más modestos, como el Congreso. Este ambiente competitivo genera un escenario donde la diversidad de candidatos es más un reflejo de estrategias políticas que de verdaderas posibilidades de unidad en torno a un propio líder, lo que hace del panorama electoral un rompecabezas complejo de resolver.
Las próximas consultas populares e interpartidistas desempeñarán un papel crucial en la definición del rumbo electoral en 2025. A partir de estos eventos, se espera que algunos candidatos se eliminen de la contienda y que otros logren alianzas que fortalezcan su posición. Sin embargo, a pesar de los intentos por encontrar un líder claro dentro de cada espectro político, las divisiones internas son notorias. Vistas las luchas en la izquierda y derecha, queda claro que la cohesión necesaria para presentar una propuesta unida parece estar lejana y el riesgo de que surjan fracturas en las coaliciones es inminente.
En la izquierda, aunque Gustavo Bolívar se posiciona como el candidato más fuerte, no logra obtener el apoyo completo de los sectores más radicales del petrismo. Su reciente renuncia al cargo de director de Prosperidad Social aún no cuenta con la aceptación del presidente Gustavo Petro, lo que refleja la falta de unidad en el frente progresista. Expertos sostienen que ante la ausencia de un candidato dominante, podría surgir una opción centro-izquierdista que, con el respaldo de figuras cercanas al gobierno actual, podría cambiar el juego electoral en la próxima contienda.
Por el lado derecho, las tensiones entre candidatos del Centro Democrático y sus aliados son palpables. La falta de consenso en torno a figuras clave como Miguel Uribe y las discordias sobre iniciativas parlamentarias han evidenciado la fractura dentro de la coalición. Mientras tanto, el centro, liderado por Sergio Fajardo, mantiene su atractivo como una posible solución a la polarización, con tentativas de atraer a candidatos interesados en formar un bloque disuasorio. La política sigue moviéndose, y aunque hay mucha incertidumbre, lo que permanece inalterable es la búsqueda incesante de un candidato que pueda convencer a un electorado cansado de divisiones y promesas vacías.