En Latinoamérica, el auge de las criptomonedas ha capturado la atención de un público cada vez más amplio, impulsado en parte por figuras políticas como Javier Milei y Donald Trump. Desde sus inicios, las criptomonedas han generado una mezcla de curiosidad y desconfianza entre la población. A pesar de que muchos ven el potencial transformador de estas monedas digitales, otros se sienten intimidados por su complejidad y los riesgos asociados. En septiembre de 2024, iniciamos una conversación en nuestras redes sociales para desmitificar este tema y explorar su impacto en la economía global, brindando a nuestra audiencia una plataforma para expresar sus inquietudes y opiniones sobre este fenómeno emergente.
La reciente recomendación de Javier Milei sobre el ‘memecoin’ $Libra puso de manifiesto la naturaleza volátil y especulativa de las criptomonedas. En un abrir y cerrar de ojos, esta criptomoneda, creada apenas minutos antes del trino presidencial, alcanzó un valor de 4.000 millones de dólares, solo para desplomarse poco después. Este episodio no solo reveló la falta de regulación en el mercado de criptomonedas, sino que también puso en evidencia la posibilidad de fraudes y estafas, dejando a muchos inversores con pérdidas significativas. La situación subraya la necesidad de una mayor educación y comprensión de cómo operar en este nuevo y complejo ecosistema financiero.
La conversación sobre criptomonedas en nuestras plataformas reflejó una clara división en la percepción del público. Por un lado, algunos ven en ellas una herramienta de inclusión económica y una forma de desafiar el sistema financiero tradicional. Por otro lado, persiste una profunda inquietud respecto a la falta de respaldo institucional y la alta volatilidad. A medida que la discusión avanzaba, el escepticismo se hacía más evidente, especialmente en relación a los riesgos de seguridad y el impacto ambiental de la minería de criptomonedas. Esta dualidad en la percepción de las criptomonedas resalta la urgencia de fomentar una ciudadanía más informada que pueda navegar este nuevo paisaje económico.
Las reacciones de nuestra audiencia ante la hipotética posibilidad de recibir criptomonedas variaron considerablemente entre plataformas. En Instagram, el enfoque fue más estratégico, sugiriendo un interés en mantener las criptomonedas como reservas de valor. En contraste, en Facebook, los comentarios fueron más prácticos y emotivos, reflejando un deseo de utilizar esos fondos para necesidades inmediatas. Esta disparidad en las respuestas sugiere que el contexto social y económico de los usuarios influye en cómo perciben y utilizan las criptomonedas. La conversación revela una tensión inherente entre la promesa de democratización y las realidades del acceso y la educación financiera.
A lo largo de las tres semanas de nuestra campaña #HablemosDeCriptomonedas, alcanzamos a más de 64,000 cuentas, aunque la participación fue limitada, con solo 146 comentarios en total. Esto sugiere que, a pesar del interés general, existe una barrera de desconfianza que dificulta un diálogo más profundo. En respuesta, hemos identificado 17 necesidades informativas de nuestra audiencia y hemos creado contenido educativo para abordar estas inquietudes, como “7 claves para entrar al mundo de las criptomonedas”. La baja interacción también resalta la complejidad del tema y la necesidad de un enfoque pedagógico más efectivo para empoderar a las personas en su comprensión y uso de las criptomonedas.