Yoko, un chimpancé de 38 años que había vivido en cautiverio en Colombia, ha sido trasladado recientemente a Brasil, donde se unirá a un grupo de 50 chimpancés en un santuario especializado. Este traslado se produce tras una serie de eventos trágicos que marcaron la vida de Yoko, convirtiéndolo en el único sobreviviente de su especie que habitaba en el Bioparque Ukumarí, en Pereira. El destino final de Yoko es el santuario de Sorocaba del Proyecto Gran Simio, donde se espera que pueda integrarse y recibir el cuidado adecuado junto a compañeros que, al igual que él, han sufrido las consecuencias del tráfico de animales y la explotación en circos.
El proceso de traslado de Yoko fue el resultado de una colaboración entre diversas instituciones colombianas, lideradas por la Corporación Autónoma de Risaralda (CARDER), y apoyadas por la senadora Andrea Padilla, una ferviente defensora de los derechos de los animales en el Congreso de la República. La operación no solo tuvo como objetivo la protección del chimpancé, sino también la sensibilización sobre las problemáticas asociadas al cautiverio y maltrato de estos primates. La movilización hacia Brasil tuvo un costo que rondó los 23 mil dólares, cubierto entre Avianca y la CARDER, y contó con la participación de la Fuerza Aérea Colombiana, garantizando así una transición segura para el animal.
La historia de Yoko es un lamento sobre las condiciones inhumanas que sufren muchos animales en cautiverio. En sus años de vida, fue habituado a comportamientos humanos, una situación que requerirá un cuidadoso proceso de rehabilitación. Tras ser incautado de un circo local en Cúcuta, Yoko fue encontrado en un estado lamentable, lo que resalta la gravedad de su situación anterior. Ahora, en su nuevo hogar, se espera que reciba la atención necesaria para recuperarse y adaptarse a un ambiente más natural, aunque su regreso a la vida silvestre ya no sea una opción viable.
En el Bioparque Ukumarí, Yoko compartió su vida con Pancho y Chita, quienes fueron trágicamente asesinados después de escaparse en un incidente que generó una fuerte indignación pública y llevó a una investigación por parte de la Fiscalía General de la Nación. La pérdida de sus compañeras y la violencia sufrida reflejan la crueldad de las circunstancias a las que se enfrentan los primates en cautiverio. Con la separación de este pasado y la llegada a Brasil, Yoko anhela una nueva oportunidad y un espacio para reconstruir su vida en un ambiente más acorde a sus necesidades como chimpancé.
El traslado de Yoko marca un importante paso en los esfuerzos por proteger la vida silvestre y combatir el tráfico de animales en Colombia y más allá. El Proyecto Gran Simio, en su labor por ofrecer refugio y rehabilitación a primates rescatados, no solo asegura un futuro mejor para Yoko, sino que también pone en relieve la necesidad de realizar campañas de educación sobre la vida silvestre y la protección de especies en peligro. La historia de Yoko sirve de recordatorio de que cada vida cuenta, y que las acciones para preservar la fauna deben ser un deber ético que involucre a toda la sociedad.