El presidente Gustavo Petro ordenó la expulsión de toda la misión diplomática de Israel en Bogotá tras la detención de dos colombianas a bordo de la flotilla Global Sumud que buscaba entregar ayuda a Gaza. Petro calificó la detención como un nuevo crimen internacional atribuido al primer ministro Benjamín Netanyahu y anunció la denuncia inmediata del tratado de libre comercio con Israel, además de expulsar a toda la delegación diplomática israelí. La medida se produjo poco después de la medianoche y se enmarca en una escalada de tensiones por la interceptación de la flotilla y el bloqueo israelí.
En Bogotá, las calles se volvieron escenario de protestas y disturbios con un tono cada vez más confrontacional. Grupos encapuchados desfiguraron fachadas de edificios, comercios y bloques de apartamentos entre Avenida Chile y la Zona Rosa, mientras vándalos atacaron paradas de TransMilenio y provocaron interrupciones en el servicio. Las autoridades municipales vincularon los episodios a la llamada Marcha Carnaval de la Cumbre Nacional del Pueblo, pero indicaron que la violencia fue desbordada sin una intervención policial suficiente.
El impacto económico y diplomático se hizo sentir de inmediato. Líderes empresariales encabezaron protestas frente a la sede de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia y fueron cuestionados sobre la relación del sector privado con Israel. El director de ANDI rechazó cualquier vínculo comercial con Israel, mientras aliados de Petro expresaron su apoyo a la movilización frente a las oficinas de la gremial. Por su parte Israel defendió su intervención en la flotilla, y Hamas reaccionó con elogios a la acción de la flotilla, mientras la canalización de la ayuda humanitaria a través de otros pasillos fue mencionada como alternativa.
Analistas señalan que Petro podría estar intentando capitalizar una crisis internacional para avivar su base de apoyo interna, tal como ocurrió durante el Paro Nacional de 2021. Con las elecciones generales a 2026 en el horizonte, hay preocupación de que la estrategia de movilización callejera busque consolidar apoyo y presionar a las élites de la capital. Se han anunciado nuevos mítines para el 7 de octubre frente a la embajada de Estados Unidos, lo que aumenta la tensión entre apoyo popular y presión internacional.
En el plano diplomático, la ruptura de relaciones con Israel y la suspensión del acuerdo comercial marcan un cambio significativo en la política exterior de Bogotá. Queda por verse si esta estrategia unificará a la base de Petro o generará un rechazo más amplio entre empresarios, diplomáticos y residentes extranjeros. La seguridad y la imagen de Bogotá como capital internacional se ven desafiadas por la violencia y el lenguaje incendiario que se extiende por barrios adinerados, y las autoridades deben equilibrar la necesidad de proteger a comunidades extranjeras con la libertad de expresión y el derecho a protestar.



















