La oposición venezolana ha levantado alarmas sobre el reciente despliegue de buques de guerra en el Caribe, advirtiendo que esta acción no tiene como objetivo meramente observar la vida marina, como algunos podrían sugerir, sino que es parte de una estrategia más amplia de presión militar contra el régimen de Nicolás Maduro. La llegada de estos buques coincide con un incremento de medidas de seguridad y control en Guadalupe, territorios de ultramar de Francia, lo que subraya la magnitud de la lucha internacional contra el narcotráfico que afecta a la región. Esta ofensiva se presenta en un contexto complicado, donde las redes de narcotráfico se han consolidado como un problema que amenaza no solo a la seguridad de Venezuela, sino de toda América Latina y más allá.
El anuncio del ministro de los Territorios de Ultramar, Manuel Valls, sobre el refuerzo de medidas en Guadalupe ha sido recibido con apoyo por parte de diversos líderes políticos tanto en Francia como en Estados Unidos. Al mismo tiempo, la administración de Donald Trump ha endurecido su postura hacia el cartel de los Soles, acusándolo de ser un actor clave en la red de narcotráfico que opera a través de Venezuela y hacia Europa. Aporta a este tema la reciente categorización de ciertos carteles mexicanos como organizaciones terroristas, implicando así una respuesta más fuerte y coordinada en la lucha contra el crimen organizado en la región.
Francia, justificando su intervención en el Caribe, ha enfatizado la necesidad de proteger sus territorios de ultramar, que son frecuentemente utilizados como puntos de tránsito para el narcotráfico europeo. Esto ha llevado a un aumento de la cooperación internacional, cuyos efectos ya son palpables en la intensificación de acciones militares y judiciales contra las estructuras criminales. Valls, respaldando estas medidas, ha manifestado la determinación del gobierno francés de mantenerse firme ante la violencia generada por el narcotráfico. Esto es parte de una estrategia que podría verse como un nuevo capítulo en la relación entre las potencias occidentales y el gobierno venezolano.
En el ámbito político, figuras como el líder de Vox, Santiago Abascal, han expresado su apoyo al Gobierno estadounidense en su lucha contra el narcotráfico y han calificado el régimen de Maduro como un ejemplo de narco-terrorismo. Este tipo de pronunciamientos son parte de una narrativa más amplia que busca deslegitimar el gobierno venezolano en la arena internacional. Abascal no escatima esfuerzos para vincular a los actores políticos de España con las acciones del régimen venezolano, sugiriendo que la política de algunos europeos está alineada con los intereses criminales de Maduro.
Finalmente, personajes como el exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma, han señalado que la reciente acción militar de Estados Unidos no es un mero “amonestación”, sino que indica un cambio significativo en la estrategia hacia Venezuela. Ledezma ha aplaudido las recientes liberaciones de políticos opositores como un intento de Maduro por mostrar una imagen de apertura, mientras que, en la realidad, las acciones del régimen son vistas como una manipulación. La presión militar y judicial por parte de Estados Unidos y sus aliados parece indicar que la comunidad internacional está lista para tomar medidas más drásticas en su lucha contra el narcotráfico en la región, especialmente bajo la sombra de un régimen que muchos consideran responsable de permitir y fomentar este tipo de actividad criminal.



















