El ambiente en Caracas ha estado marcado por un creciente fervor patriótico en respuesta a la convocatoria de la Milicia Nacional Bolivariana (MNB) por parte del presidente Nicolás Maduro. Miles de simpatizantes del gobierno se congregaron en distintos puntos de la capital venezolana, con especial énfasis en la plaza Bolívar, un símbolo histórico de la lucha por la independencia. Entre los asistentes, Jorge Navas, miembro del colectivo ‘Resistencia y Rebelión’, expresó que en un contexto internacional tenso, donde se percibe un enemigo común, la responsabilidad de prepararse para defender la patria es fundamental para todos los patriotas. Este espíritu de movilización refleja no solo la percepción de una amenaza externa, sino también la consolidación de una narrativa de resistencia que el chavismo ha cultivado durante años.
En un contexto de creciente tensión con Estados Unidos, que ha aumentado sus esfuerzos en la lucha contra el narcotráfico en el Caribe, la convocatoria de la MNB parece ser un intento de Maduro de reafirmar su posición. Las autoridades han alentado a la ciudadanía a involucrarse en estas actividades, que no solo promueven el alistamiento militar, sino que también son un llamado a unir fuerzas más allá de las diferencias ideológicas, como lo señaló Aidee Romero, jefa de una Unidad de Batalla Hugo Chávez. Este tipo de retórica busca fortalecer la cohesión social en un país dividido y a menudo polarizado por sus posturas políticas.
El reciente anuncio de Maduro sobre el despliegue de 4,5 millones de milicianos subraya un esfuerzo considerable por movilizar recursos humanos en un contexto geopolítico adverso. Historias como la de Aidee, que reafirma su compromiso con la Milicia, son contadas por muchos otros que ven en este movimiento una forma de defender no solo la soberanía nacional, sino también un modelo de gobierno que consideran el legado de Hugo Chávez. Por su parte, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, ha buscado calmar los ánimos al afirmar que esta movilización es voluntaria y hace parte de un cuerpo implantado en toda Venezuela, mostrando una estructura que va más allá de una simple resistencia simbólica.
Sin embargo, no todo el espectro político apoya estas iniciativas. La líder opositora María Corina Machado ha convocado a la desobediencia civil, sugiriendo que el gobierno intenta utilizar la mobilización de la MNB como un mecanismo de control y propaganda. Machado argumenta que lo que se necesita es un verdadero entendimiento del estado del país, indicando que las vacías plazas de Caracas y otras regiones reflejan una desaprobación creciente hacia el régimen. Su llamado a ignorar la convocatoria de alistamiento desafía la narrativa oficial promovida por el gobierno, sugiriendo que existe una necesidad de revaluar el apoyo popular hacia las estructuras militares promovidas por el chavismo.
La situación en Venezuela es un claro ejemplo de cómo la movilización de la Milicia Nacional Bolivariana busca legitimar el poder del gobierno frente a amenazas externas percibidas, al mismo tiempo que muestra la lucha interna entre el oficialismo y la oposición. Las plazas llenas de activistas pro-gobierno contrastan con los llamados a la desobediencia civil de figuras opositoras, evidenciando un país dividido. A medida que se desarrolla este escenario, será crucial observar cómo se traducen estas movilizaciones en acciones concretas y qué impacto tendrán dentro del actual sistema socio-político venezolano, especialmente a medida que se aproxima un futuro incierto.



















