Donald Trump, el expresidente de Estados Unidos, ha levantado una controversia significativa al otorgar un indulto a Juan Orlando Hernández, el exmandatario hondureño condenado por narcotráfico. Hernández había sido condenado a 45 años de prisión en EE.UU. por su papel en lo que los fiscales han denominado un «narcoestado» que facilitó la entrada de más de 400 toneladas de cocaína en el país. La decisión de Trump, anunciada el lunes por la noche, ha generado críticas no solo por la naturaleza del crimen de Hernández, sino también por las contradicciones que surgen a partir de la política antinarcóticos del expresidente estadounidense, que promete combatir a los carteles de drogas en América Latina de manera activa.
La esposa de Hernández, Ana García, celebró el indulto en las redes sociales, afirmando que su esposo había vuelto a ser libre gracias a la decisión de Trump. Este indulto se produce en un momento en que la administración Trump intensifica sus operaciones militares contra el narcotráfico en el Caribe y el Pacífico, lo que ha resultado en al menos 83 muertes. Trump ha afirmado que estas acciones son necesarias para proteger a los estadounidenses del peligro que representa el tráfico de drogas. Sin embargo, sus críticos se preguntan cómo se justifica la liberación de un líder señalado por el mismo delito.
Los analistas han señalado una marcada incoherencia en la política de Trump. Mientras se dirige a la base de operaciones de los carteles en América Latina con ataques militares, se indulta a un expresidente que admitió, durante las pruebas en su contra, que había manejado el tráfico de drogas «directamente en la nariz de los gringos». Esta disonancia ha provocado confusión y descontento incluso dentro del propio Partido Republicano, donde varios senadores han expresado sus reservas sobre el indulto y la narrativa de la administración sobre la lucha contra el narcotráfico.
Las pruebas en el juicio de Hernández incluyeron testimonios de varios testigos que confirmaron la implicación directa del ex presidente en la corrupción y el tráfico de drogas, lo que elevó la violencia en Honduras a niveles alarmantes. Se reveló que partes del Estado hondureño estaban supuestamente en complicidad con organizaciones criminales, lo que hizo que la lucha contra el narcotráfico en la región se convirtiera en un tema de gran preocupación internacional. A pesar de esto, personas cercanas a Trump defienden la decisión como una forma de despejar el camino para un nuevo enfoque en la política latinoamericana, enfocándose en poder establecer alianzas estratégicas.
Trump ha defendido su indulto afirmando que Hernández fue víctima de una «persecución política» y una «caza de brujas» por parte de la administración Biden, insinuando que esto es parte de una agenda más amplia que busca desestabilizar a gobiernos aliados. Sin embargo, expertos señalan que esto refuerza la percepción de que la política de Trump hacia América Latina está motivada más por intereses personales y partidistas que por un verdadero deseo de erradicar el narcotráfico. Mientras tanto, el debate continúa sobre las verdaderas intenciones detrás de las acciones de EE.UU. en la región y su enfoque sobre el narcotráfico.



















