Los amantes de la música sagrada están de enhorabuena, ya que el próximo 10 de septiembre se inaugura la 14ª edición del Festival Internacional de Música Sagrada de Bogotá (FIMSAC). A lo largo de casi un mes, hasta el 5 de octubre, la capital colombiana será el escenario de 40 conciertos, conferencias, exposiciones y talleres que reunirán a más de 750 artistas de 16 países diferentes. Con la temática central «La Gloria», el festival busca explorar no solo las dimensiones espirituales de este concepto, sino también su resonancia cultural y artística, especialmente en el marco del Jubileo de 2025 declarado por la Iglesia Católica.
Marianna Piotrowska, directora del festival, plantea que esta edición es una oportunidad para la reflexión interna y la conexión entre culturas. «Queremos que la música eleve nuestras almas y nos conecte con lo divino», expresó. Las obras seleccionadas a lo largo del festival invitarán al público a cuestionarse sobre el significado de la gloria en nuestros tiempos, a través de grandes composiciones que abordan temas espirituales profundos, presentando así una rica variedad que incluye desde cantos medievales hasta estrenos contemporáneos.
El extenso programa promete una experiencia musical variada. Los visitantes tendrán la oportunidad de disfrutar desde cantos gregorianos y obras maestras del barroco, hasta espirituales afroamericanos y piezas sefardíes para acordeón. Destaca la primera interpretación mundial de una nueva ‘Gloria’ del compositor colombiano Diego Vega, que será presentada en la Iglesia de San Ignacio, un templo histórico que data del siglo XVII. Esta mezcla de estilos y tradiciones promete resaltar la diversidad y riqueza de la música sagrada a nivel internacional.
Además de la música, el festival también se enriquece con el trabajo de artistas visuales. Este año, el artista honorario Sair García ha creado una obra inspirada en la cinematografía de Theodoros Angelopoulos, que conecta la historia y la memoria con el momento presente de Colombia. La obra representa un enfrentamiento entre el sufrimiento del pasado y la esperanza de nuevos horizontes, un tema que encuentra eco tanto en la música sagrada como en la narrativa visual. García sugiere que el arte y la música pueden ofrecer un camino hacia la trascendencia en un contexto de crisis y cambio.
Por último, el FIMSAC no solo es una plataforma para artistas internacionales como el contratenor Andreas Scholl y el director Marcel Pérès, sino que también da visibilidad al talento colombiano. La inclusión de grupos locales y comisiones de obras nuevas asegura que la tradición de la música sagrada continúe evolucionando. Con conciertos que se llevarán a cabo en reconocidas iglesias de Bogotá, y un 70% de la programación gratuita, el festival reafirma su compromiso de hacer accesible la experiencia musical a toda la comunidad, convirtiéndose en un evento cultural de gran relevancia en América Latina.



















