Una portavoz del gobierno chino, Mao Ning, ha reactivado las preocupaciones sobre el creciente militarismo en Japón, reiterando que Tokio debe «tomarse en serio» estas cuestiones y «retirar sus declaraciones erróneas sobre Taiwán». En su intervención durante una rueda de prensa, Mao aseguró que las recientes afirmaciones de la primera ministra nipona, Sanae Takaichi, sobre una posible intervención ante un conflicto en Taiwán, representan un «movimiento extremadamente peligroso». China advierte que este enfoque militarista no solo podría llevar a Japón al desastre, sino también a toda la región, intensificando así las tensiones entre las dos potencias asiáticas.
Mao subrayó la importancia del contexto histórico, recordando el Acuerdo de Potsdam, que prohibió a Japón rearmarse tras la Segunda Guerra Mundial, y mencionó que la Constitución japonesa promulga la defensa exclusivamente defensiva. Sin embargo, según la portavoz, en los últimos años Japón ha modificado drásticamente su política de seguridad, incrementando su presupuesto militar y proponiendo reformas en su normativa sobre armamento. Este comportamiento es visto por Pekín como una amenaza creciente, forjando un entorno de inseguridad que podría desestabilizar aún más la región.
En un tono firme, la portavoz reiteró que «China no permitirá la injerencia externa en Taiwán», enfatizando que los movimientos recientes de los sectores nacionalistas en Japón están intentando revocar los principios pacifistas consagrados en la Constitución. Este año, que marca el 80.º aniversario de la victoria china sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial y la «retrocesión» de Taiwán a China, añade un peso simbólico significativo a la retórica de ambas partes. Mao insistió en que Pekín está decidida a proteger su soberanía e integridad territorial frente a cualquier intento de agresión.
Las tensiones no solo se limitan a lo político, sino que también se han extendido al ámbito económico y comercial. Varias agencias de viajes en China han reportado un notable aumento en las cancelaciones de tours programados a Japón, evidenciando el impacto de la crisis diplomática. En respuesta a la situación, aerolíneas como Air China y China Southern han implementado políticas de reembolso sin penalización para los viajeros que opten por modificar sus planes, reflejando así la creciente desconfianza entre los ciudadanos chinos hacia Japón.
A raíz de las tensiones, Pekín ha tomado medidas restrictivas en el comercio, incluyendo la suspensión de la importación de marisco japonés, argumentando que, en la actual coyuntura, «no hay mercado» para estos productos. Esta prohibición subraya la magnitud de la crisis bilateral y el aumento de las barreras comerciales, que podrían tener repercusiones significativas en la economía de ambos países, en un momento en que buscan estabilizar sus relaciones diplomáticas y promover el diálogo.


















