El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha catalogado como un «problema de carácter internacional» el reciente despliegue militar de Estados Unidos en el mar Caribe, afirmando que representa una «amenaza de guerra» destinada a forzar un cambio de régimen en su país. Durante la instalación del nuevo Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz, transmitida en vivo por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), Maduro acusó al gobierno estadounidense de intentar establecer un «Gobierno títere» en Venezuela que responda a sus intereses, especialmente en lo que respecta a las vastas reservas energéticas del país sudamericano. El mandatario enfatizó que este conflicto va más allá de una problemática interna, subrayando el carácter internacional de la intervención estadounidense.
El líder venezolano ha desestimado las afirmaciones de una «grave crisis política» en el país, las cuales son señaladas por la oposición mayoritaria que califica de «fraudulenta» la segunda reelección de Maduro programada para julio de 2024. En medio de un llamado a la «unión nacional» entre distintos sectores políticos, culturales y sociales, Maduro destacó que este esfuerzo es el camino para enfrentar la amenaza que él percibe desde Estados Unidos. El nuevo Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz, que estará compuesto por diversas organizaciones, busca fortalecer la defensa de la soberanía venezolana a nivel diplomático, jurídico y político.
En respuesta a las preocupaciones de Maduro, el gobierno estadounidense ha intensificado sus operaciones militares en el Caribe, desplegando al menos ocho buques de guerra, un submarino de ataque nuclear y más de 4,500 soldados en la región, como parte de una estrategia que, según Washington, busca combatir el narcotráfico vinculado al gobierno venezolano. Esta decisión ha sido confirmada por el secretario de Defensa de EE.UU., quien justificó la presencia militar como una medida necesaria ante las amenazas que emanan de Caracas. A pesar de estas acciones, Maduro subrayó que Venezuela permanece en una fase de «lucha no armada», aunque advirtió que respondería con fuerza si se produce una agresión directa por parte de Estados Unidos.
Las tensiones entre el gobierno de Maduro y la administración estadounidense han aumentado considerablemente en los últimos meses, especialmente tras las acusaciones del gobierno de Biden sobre la supuesta colaboración de Venezuela con redes de narcotráfico que afectan la estabilidad de la región. En este contexto, el presidente venezolano denunció que 1,200 misiles estadounidenses «apuntan» hacia su país, lo que describe como un acto provocador que intensifica la inseguridad regional. La retórica de ambos lados ha escalado, con Maduro haciendo un llamado a la resistencia y a la defensa de la soberanía nacional ante lo que califica como un «grupo yanqui invasor».
Por su parte, el expresidente Donald Trump, durante su mandato, advirtió sobre las implicaciones del segundo sobrevuelo de aviones de combate venezolanos sobre barcos estadounidenses, lo que elevó la preocupación en el ámbito internacional sobre una posible escalada en el conflicto. La administración actual ha mantenido una postura firme en su estrategia de presión sobre el régimen de Maduro, con el objetivo de desmantelar lo que considera una narcodictadura. En este escenario, las amenazas cruzadas entre Caracas y Washington continúan, mientras numerosos analistas advierten sobre los riesgos potenciales de un conflicto armado en la región debido a estas tensiones.



















